El pasado jueves, Rusia lanzó un ataque contra la ciudad ucraniana de Dnipro que, según el presidente Vladimir Putin, era una prueba de su nuevo misil Oreshnik.
Putin afirmó que el ataque con misiles se produjo en respuesta al lanzamiento por Ucrania contra Rusia de armas suministradas por Estados Unidos y Gran Bretaña.
El líder del Kremlin advirtió que Moscú se sentía «con derecho» a atacar instalaciones militares de países que permiten a Ucrania utilizar sus armas contra Rusia.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó el ataque de «última locura rusa» y pidió que se actualizaran los sistemas de defensa antiaérea para hacer frente a la nueva amenaza.
Kiev afirma que espera obtener «resultados concretos y significativos» tras convocar la reunión del Consejo OTAN-Ucrania.
Sin embargo, diplomáticos y funcionarios de la OTAN han restado importancia a las expectativas de obtener resultados importantes de las consultas del martes por la tarde en la sede de la alianza en Bruselas.
Lo máximo que se espera es una reiteración de la anterior insistencia de la OTAN en que el despliegue por parte de Moscú del nuevo armamento no «disuadirá a los aliados de la OTAN de apoyar a Ucrania».
La reunión «ofrece la oportunidad de discutir la actual situación de seguridad en Ucrania e incluirá sesiones informativas de funcionarios ucranianos a través de videoconferencia», dijo un funcionario de la OTAN.
La OTAN y Ucrania establecieron en 2023 el consejo conjunto que permite a Kiev convocar reuniones con la alianza cuando lo considere oportuno.
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