La peligrosa moda de los antivalores

Por: Rosa Escoto

El reciente escándalo protagonizado por cantantes urbanos, quienes grabaron un video de carácter morboso dentro de un plantel educativo, pone de relieve la alarmante normalización de los antivalores en nuestra sociedad. Una de las participantes, cuyo nombre en sí mismo es un atentado a la decencia, intervino en una producción que hiere profundamente la dignidad de la escuela como espacio de formación y respeto.

Se pretende argumentar inocencia, como si el hecho no tuviera intención alguna más allá de la “creatividad artística”. Sin embargo, la realidad es clara: el morbo fue el motor de esta acción, y jugar con la inteligencia de la sociedad resulta, además de ofensivo, un peligroso precedente.

Y aquí surge la gran pregunta: ¿se pueden llamar artistas estos individuos que banalizan la educación y convierten un plantel escolar en escenario de vulgaridad? El verdadero arte edifica, inspira y transforma; lo que vimos en ese video no es arte, es una afrenta a la cultura y a los valores más básicos de nuestra sociedad.

Aunque el material fue retirado, lo cierto es que el daño ya está hecho. En la era digital, nada se borra del todo. El contenido sigue circulando y, peor aún, se coloca al alcance de adolescentes y jóvenes, quienes terminan consumiendo este tipo de basura disfrazada de entretenimiento.

La escuela, al igual que las iglesias y otros espacios de construcción de valores, debe ser intocable. Convertirla en escenario de vulgaridad es profanarla. Por eso, no basta con condenar públicamente el hecho: las autoridades deben establecer un régimen de consecuencias real y ejemplar. De lo contrario, se seguirá enviando el mensaje de que todo se puede hacer, sin importar el daño social que provoque.

Ya hemos visto demasiados casos parecidos en los que nada ocurre. Y cuando no hay sanción, lo que viene es peor. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de proteger la inocencia de nuestros niños y niñas. Ellos merecen entornos limpios, seguros y respetuosos, no una exposición temprana a la degradación que hoy se pretende imponer como “normal”.

No podemos seguir aplaudiendo a quienes, con sus actos, promueven antivalores. La música y el arte son expresiones poderosas que deben inspirar, no corromper. Esta sociedad necesita una transformación urgente para rescatar la cultura del respeto y recordar que la educación jamás será un escenario para el morbo.