Cuando la política pone al país por el suelo

Por Rosa Escoto

En tiempos de debate público es natural que los temas nacionales se conviertan en el centro de atención. Sin embargo, preocupa cómo, en lugar de buscar soluciones, algunos sectores políticos convierten las problemáticas del país en municiones de ataque, con un único propósito: desacreditar a quienes gobiernan, aunque para ello se arrastre la imagen de la República Dominicana en escenarios internacionales.

No se trata de negar que tenemos desafíos por enfrentar. Claro que hay temas sensibles: energía, seguridad, educación, salud, transparencia… Pero hay una gran diferencia entre señalar lo que no funciona para corregirlo y exhibirlo como trofeo de fracaso, sin importar las consecuencias para la reputación de nuestra nación.

Lo más alarmante es que ese ejercicio político, lejos de fortalecer la democracia, erosiona el sentido de orgullo y pertenencia. Es como si algunos olvidaran que, al final, el país es nuestra casa común: cuando la ensuciamos ante los demás, no se perjudica un partido, sino todos los dominicanos y dominicanas.

La política debería ser un terreno para construir, no para destruir. El rol de la oposición es necesario y valioso, siempre que se ejerza desde la crítica responsable, la fiscalización seria y la propuesta concreta. Pero cuando se cae en el juego de denigrar todo lo nacional con tal de ganar un titular, se cruza una línea peligrosa que daña la confianza ciudadana y la proyección internacional de la República Dominicana.

Más allá de banderías políticas, deberíamos entender que el verdadero liderazgo no consiste en aplaudir lo malo ni en tapar las fallas, sino en denunciarlas con responsabilidad y, sobre todo, aportar soluciones. Defender la dignidad de nuestra tierra debería ser un punto de encuentro, no un campo de batalla.