Día Internacional de las Mujeres Rurales: celebrando a las Heroínas del Campo Dominicano

«Raíces de Fuerza: la Pasión y Resiliencia de las Mujeres Rurales que Nutren Nuestro Futuro”

Bajo el sol ardiente y entre surcos de esperanza, las manos de las mujeres rurales de la República Dominicana trabajan con un amor profundo hacia la tierra que les vio nacer.

Desde antes del amanecer, recorren los campos con la fuerza que solo ellas poseen, con la piel curtida por el esfuerzo y los corazones llenos de sueños que florecen con cada nueva cosecha. Su conexión con la tierra es una danza constante, un vaivén de vida que late al ritmo de sus pasos firmes sobre el suelo fértil. Ellas, con su tenacidad y entrega, son el alma de nuestros campos, y cada fruto que llega a nuestras mesas es un testimonio silencioso de su sacrificio y de su inquebrantable esperanza por un mañana mejor.

El 15 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Rurales, una fecha que nos invita a reconocer y valorar el esfuerzo, la dedicación y el inigualable aporte de las mujeres rurales de la República Dominicana.

Las mujeres rurales dominicanas, desempeñan un papel fundamental en la producción agrícola del país. Desde la siembra hasta la cosecha, su esfuerzo se refleja en cada grano de arroz, cada plátano, cada fruto que llega a nuestras mesas. Ellas son responsables de una gran parte de la producción de alimentos que consumimos a diario, asegurando que los productos sean cultivados con el mayor cuidado y respeto por la tierra. En un país donde la agricultura es esencial para la economía, su labor es crucial no solo para la alimentación, sino también para la sostenibilidad y el desarrollo rural.

Más allá de su trabajo en el campo, estas mujeres son agentes de cambio en sus comunidades. A través de cooperativas agrícolas, proyectos comunitarios y la transmisión de conocimientos ancestrales sobre el cultivo, han sido capaces de liderar iniciativas que promueven prácticas sostenibles y el uso responsable de los recursos naturales. En tiempos de cambio climático y desafíos ambientales, su experiencia y compromiso son vitales para la implementación de técnicas de agricultura resiliente que aseguren la continuidad de las cosechas a pesar de las dificultades.

Pero no todo es fácil para las mujeres rurales de la República Dominicana. A menudo enfrentan barreras significativas, como el acceso limitado a la tierra, la falta de recursos financieros, y la exclusión de espacios de toma de decisiones. Sin embargo, su tesón y su fuerza las han llevado a superar muchos de estos desafíos, demostrando que son capaces de contribuir de manera igualitaria al desarrollo económico y social de sus comunidades. Su labor diaria es un ejemplo de resiliencia y perseverancia, mostrando que, con trabajo duro y amor por la tierra, es posible transformar la vida de muchas familias y generar un impacto positivo en toda la nación.

Cada cosecha que sale de sus manos refleja su fortaleza y capacidad. Ellas no solo siembran semillas, sino también esperanza y futuro para sus hijos e hijas. Con su entrega, las mujeres rurales garantizan que en las ciudades podamos disfrutar de los frutos de la tierra, cultivados con esmero y dedicación. Por eso, en este Día Internacional de las Mujeres Rurales, es fundamental reconocer y valorar su contribución, que a menudo pasa desapercibida pero que resulta esencial para la sostenibilidad de la República Dominicana.

Es hora de trabajar por una mayor inclusión y reconocimiento de las mujeres rurales, promoviendo políticas que les ofrezcan un acceso equitativo a la educación, la tecnología y los mercados, para que puedan seguir liderando el camino hacia un futuro más justo y sostenible. Reconocer su rol no es solo una cuestión de justicia social, sino una forma de garantizar un desarrollo rural más fuerte, en armonía con el medio ambiente y la dignidad de quienes lo hacen posible.

Hoy, y todos los días, celebremos a las mujeres rurales dominicanas, porque son ellas quienes, con sus manos, su sudor y su amor por la tierra, hacen florecer la vida en cada rincón del país.

Por Rosa Escoto