Por Petra Saviñón
La mayoría, pero inmensa, alrededor del 76 % de los accidentes de tránsito tienen una motocicleta o a más de una involucrada, dicen las estadísticas oficiales, o sea las del gobierno, que igual afirma que invierte ¿O será gasta? El 2.21 % de su presupuesto en asistencia a personas accidentadas.
Esas imágenes de motoristas tirados en el Darío Contreras, donde dizque hacen gente, pero a algunos no pueden ni rehacerlos, no amedrentan a los que de modo frenético circulan por las calles y hasta por las aceras.
No, ese drama dantesco no impacta a los que calibran, a los que van acostados en el asiento, a los que conducen en vía contraria, a los que siempre tienen prisa y no respetan el semáforo y pierden y quitan vidas, sobre todo de transeúntes.
En todas esas categorías entran muchachos y no tan que laboran de mensajeros en empresas de servicios, sobre todo de entrega de comida. Unju, los delivery.
Penoso ese accionar, esas acrobacias y violaciones a la Ley de Tránsito que ejecutan sin importarles que van identificados con uniformes y con un canasto detrás.
La gente debe respetar su trabajo, que es respetarse a sí misma y estos actos bochornosos dejan tan mal parados a quienes los cometen como a sus empleadores.
¿Por qué será que conductores de vehículos tan frágiles son tan temerarios, tan poco sensatos y arriesgan así su seguridad y la ajena?
Como bien exclamó un anciano ante un pésimo proceder de un motorizado ¡Ayyy, si supieran lo que es estar allí tirados con las cuatro gomas pa rriba!
¿Qué tan cierto será que no lo saben? Pues al perro huevero ni que le quemen la boca.