LOS ÁNGELES — Los New York Yankees llegaron a la Serie Mundial comportándose como bulldogs y pasaron los dos primeros compromisos jugando como pequeños canes.
Para vencer a Los Ángeles Dodgers se necesita una constitución firme, una ejecución limpia y una capacidad para enfrentar el momento. Los Yankees se han derrumbado, han tropezado y han cometido errores.
Parecen un equipo de la Liga Americana en un mundo de la Liga Nacional. Y a menos que Nueva York descubra cómo despertar la mejor versión de sí misma, esta Serie Mundial de ensueño terminará a tiempo para que los niños salgan a pedir dulces con los uniformes de los Yankees y bolsas de papel sobre sus cabezas.
Durante la mayor parte del Juego 2, el sábado por la noche, una victoria de los Dodgers por 4-2 que le dio a Los Ángeles una ventaja de 2-0 en la serie al mejor de siete, los Yankees parecían abrumados. Consiguieron un hit en las primeras ocho entradas. El acto de desaparición de postemporada de su capitán resultó en tres ponches más.
Su aparente ventaja con el pitcheo abridor se desvaneció con tres jonrones permitidos. Y eso los dejó con la necesidad de hacer lo que pocos otros han hecho. De los 54 equipos que comenzaron la Serie Mundial con déficits de dos juegos, solo 10 se recuperaron para ganar un anillo.
«Nadie dijo que iba a ser fácil», dijo el manager de los Yankees, Aaron Boone. «Es una serie larga y tenemos que hacer que sea una serie larga ahora. No nos acobardaremos. Simplemente, tenemos que seguir adelante».
Para seguir adelante es necesaria una serie de correcciones, todas las cuales son posibles. Hacerlo sobre la marcha, contra un equipo tan completo como los Dodgers, requiere «urgencia, voluntad, agallas», dijo el primera base de los Yankees, Anthony Rizzo. «Vamos a tener que querer que suceda».
Rizzo entiende esto mejor que nadie en el clubhouse de Yankees. En 2016, sus Chicago Cubs perdían por tres juegos a uno ante Cleveland antes de remontar para ganar su primer campeonato en 108 años. Un error inoportuno podría haber condenado su temporada. Un lanzamiento defectuoso. Un turno al bat poco competitivo. Los equipos que se cavan hoyos eliminan sus márgenes de error. Es bastante difícil vencer a los Dodgers. Hacerlo con heridas auto infligidas no funciona.
Todo comienza con Aaron Judge, el mejor bateador del mundo, que en el momento más inoportuno ha encontrado su punto más bajo. En los dos primeros juegos de la Serie Mundial, Judge ha hecho 24 swings. Ha fallado en 14 de esos swings, ponchándose seis veces en nueve turnos al bat. Su OPS este octubre es de .605, más de 500 puntos por debajo de su mejor temporada regular de 1.159 en la MLB. Está presionando, desesperado por encontrar el swing que llevó a los Yankees a través de una temporada con más altibajos.
«Tengo que dar un paso al frente», dijo Judge, y es verdad. A pesar de toda la grandeza de Juan Soto (y este mes de octubre ha reafirmado lo grande que es), él y Giancarlo Stanton no pueden ser los únicos Yankees que son amenazas constantes. Dos veces en esta postemporada, los equipos han optado por darle base por bolas intencional a Soto para enfrentar a Judge, y a menos que Judge ajuste su zona de strike y arregle su swing, el manager de los Dodgers, Dave Roberts, se sentirá incentivado a seguir haciéndolo (10 de los 14 swings fallados por Judge han sido curvas, sliders y sweepers) y seguir ganando.
Al mismo tiempo, Judge no es el único bateador de Nueva York que se ha quedado corto. Los Yankees están perdiendo porque han sido alérgicos al contacto. Han hecho swing a 147 lanzamientos y han fallado 52 veces.
Los Dodgers han hecho swing a 133 lanzamientos en los dos primeros juegos y han fallado sólo 24. Es la estadística que define los dos primeros juegos, sobre todo, si se considera la poca frecuencia con la que los Yankees lo hicieron contra Kansas City y Cleveland durante sus dos primeras rondas: 601 swings, 154 fallos.
Fuente: ESPN DEPORTES